miércoles, 6 de abril de 2022

El final:

Ya esta experiencia se termina y solo puedo decir que ha sido un placer.

A nivel personal pude comprender de primera mano las complicaciones que tiene ser un maestro tanto desde una perspectiva profesional como personal. A pesar de su periodo de baja por enfermedad, mi tutora permanecía atenta a teléfono y correo para guiarme durante os días, además de corregir exámenes. Esa implicación y dedicación no se ve en otras profesiones pues, en muchos otros oficios al llegar a casa puedes desconectar. Terminas tu jornada y dedicas el tiempo a tu hogar, familia, hobbies... Pero un profesor no, un profesor siempre tiene trabajo o formación. 

Por otro lado, tuve que repasar todos los contenidos necesarios para enseñar la materia. Por lo tanto, podría decir que volvía la educación primaria para poder interiorizar los conocimientos y después exponerlos en el aula de una forma adecuada para su total comprensión por parte de mis estudiantes. También he aprendido a realizar adaptaciones curriculares ante determinadas situaciones atendiendo las necesidades específicas de determinados alumnos y alumnas.

 

Las vivencias recogidas durante estos escasos días no solo han supuesto para mí un crecimiento académico y profesional de cara al futuro, sino también un crecimiento personal y emocional. Los niños y las niñas han conseguido que me sienta una maestra más, una que debe esforzarse, trabajar, organizar, dirigir, enseñar y amar a sus estudiantes. También he comprendido, de una forma más profunda, la gran labor del personal encargado de atención a la diversidad y a las personas encargadas de mantener una adecuada limpieza (teniendo en cuenta la situación actual), los cuales hace una labor encomiable. Por supuesto, el trabajo administrativo y mi observación hacia él me han hecho comprender que nuestro papel no se reduce a seguir unas guías. Podríamos hacerlo, pero eso no sería traspasar esa línea imaginaria que divide una docencia superficial y una enseñanza que roce la excelencia.

Quiero y deseo pensar que en mi futuro podré dedicarme a ello a pesar de las dificultades que los jóvenes nos estamos encontrando para ejercer en un puesto de trabajo digno. Porque si llego a ser maestra podré decir que voy contenta a trabajar, algo que, desgraciadamente, no es habitual escuchar. Deseo que mi vida adulta se base en tranquilidad y en un oficio relacionado con la enseñanza, formar a buenos ciudadanos con valores como la tolerancia y el respeto por las diferencias.

Ese es mi camino:



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